1 de febrero de 2009

MEMO

Si tuviera que escribirte, juro que no sabría como hacerlo. Si con furia, con dolor, con dulzura o con indiferencia.
Incluso me planteo si merecés que te escriba.
Es que en noches como esta recuerdo esa faceta tuya de los susurros y las promesas, de los besos bajo la lluvia y las caricias estremecedoras.
Aquél perfil que me quitaba el sueño, me hacía transpirar y me aceleraba las palpitaciones al punto de creer que mi corazón estallaría en mil pedazos.
Y lo hizo.
Jamás conociste al verdadero yo que te adoraba. Gracias a la primera deidad que se aparezca en la larga lista.
Me pregunto que habrías hecho si realmente lo hubieses descubierto. Si hubieses visto a esa Daniela desnuda y vulnerable (como me supiste dejar).
Reluciente tu vos tan cruel, como siempre. De los pelos, arrastrándome hasta la mismísima humillación.
Te amo. Te odio. Dame más.

Mi celular me está mirando.
Shhh, no digas nada pero..

Pero nada.
Los celulares no tienen ojos.
El corazón.. menos.


¿Y tu alma?
Imán absorbente de la mía.

Sin lágrimas, sin adioses, sin dolor.

Dicen que hay alumnos que superar al maestro.

Queridísimo mentor, cuando quieras, te doy clases.