2 de enero de 2009

Mea Culpa

Perdóname.

Sé que no soy la mujer de tus sueños.

Ni siquiera la de tus pesadillas.

No sé cocinar más que un huevo frito.

No miro Utilísima, ni voy a la peluquería todas las semanas.

Excúsame por no dormir 2 horas menos para tener el flequillo perfecto.

Sé que detestas que no use paragüas, que camine bajo la lluvia mientras fumo un cigarrillo ("fumar te queda mal").

Perdón por no poder contener las ganas de cantar mientras escucho música.

Discúlpame si digo palabras que no pertenecen a una dama (sé cuánto te molesta que diga "cajeta").

Sabes que jamás seré modelo publicitaria, ni siquiera de dietas milagrosas o aparatos estrafalarios que muestran gente feliz mientras son atacados por pequeñas descargas eléctricas, soñando ingénuamente que podrán hacer de cuenta que la docena de medialunas de la mañana jamás existió.

No tengo metas claras. Ni siquiera sé si tengo metas.

Soy contradictoria, inestable y verborrágica.

Soy maquilladora y no me maquillo.

La base de mi pirámide nutricional es el mate amargo (sé que te encanta con miel).

Sé perfectamente que nunca me escribirás una carta, me dedicarás una canción o me recordarás al ver una película cursi.

Sé que sabes que jamás te diré "te quiero", incluso en mi lecho de muerte, si tú no lo dices primero.

Sé que podrás leerlo en mis ojos.

Podría estar meses tapada hasta la nariz, mirando películas sin pausa para ir a mear (perdón de nuevo: sin ir al baño), y sin embargo no me detengo un segundo.

Sé que me desafías constantemente (y que jamás cubro tus expectativas).

Sabes que mi edad física no concuerda con la del DNI (ni hablar de la mental).

Uf, mi mente. La odias, lo sé. No se detiene un segundo, divaga, vuela, cae al décimo subsuelo y no remonta (hasta la lluvia).

Por favor, perdóname por quedarme dormida cuando termina la función, cuando se baja el telón. Sé que no toleras que no pueda hablarte cuando todo acaba, que ni siquiera me atreva a mirarte a los ojos.

Perdóname por no ser una mujer excepcional, esas que ingresan en una habitación y lo iluminan todo con su presencia. Por no ser de aquellas a las que les ceden el asiento del colectivo, o por las que los hombres olvidan que tiene cuello, sólo por verlas pasar.

Discúlpame por crecer entre King, Hitchcock o Esquivel. Por descreer de los modelos, de los esterotipos. Por detestar FTV, por escuchar música de mis padres, por no recordar fechas importantes (por no recordar fechas, punto).

Detestas que sea tan efusiva, que grite sin notarlo, que hable para adentro y no me escuches, que tenga tantos amigos y tan pocas amigas. Que no pueda vivir sin guantes, que no salga sin alguno de mis morrales.

Dices que conmigo no existe el equilibrio, que todo es extremo. O demasiado serio y racional, o excesivamente inentendible, injustificable (insufrible).

Odias cuando escribo, cómo escribo y dónde escribo.

Odias que escriba. Detestas que me "sobreexija" aunque no lo reconozca.

Perdóname por no imaginar el resto de mi vida a tu lado. Por reirme de Cosmopolitan y soñar con vivir del arte (en cualquiera de sus expresiones).

Por no ser sociable, carismática, talentosa, responsable, constante e incluso inteligente.

Sí sí, ya sé, detestas mi "falsa humildad", pero es que ya no sé como llegar a tí.

Perdóname si no me perdono, pero hay tanto por perdonarte, que no sé si podré hacerlo.



Y sin embargo siempre vuelves.. y yo siempre te espero.



Dani Bani

05/08/08