Pocos de ustedes deben saber que el 31 de diciembre tiene un gusto particular para mí. Gusto que excede el del vitel toné, la sidra (que este año brilló por su ausencia), el mantecol o la ensalada rusa.
No dudo cuando digo que yo festejo "fin de año". No es que tenga un problema específico con los comienzos peroooo.. realmente llegar a diciembre resulta una odisea en varias ocasiones, y siempre creo que alcanzar una meta es digno de celebrarse. Sí, sí, los proyectos, los cambios, todo eso es genial.
Disculpen, pero en lo personal, el 2008 me cerró el traste en taaaantos aspectos, que el tema de la planificación la dejo en stand by, al menos hasta el 1º de enero.
Anyway, a lo que apuntaba es que me encanta esta fecha, me trae una satisfacción que me cuesta describir. Imagino que debe ser parecido a lo que sienten los sobrevivientes del Titanic o de un recital de Pimpinela (?).
Es por esto que considero necesario despedirme de este 2008, año movido si los hubo. Y como realmente hace mucho que no escribo (no vayan a pensar que es porque estoy al gas), voy a dedicar las siguientes entradas a distintos aspectos de estos 12 meses que considero, merecen un chau con todas las letras (o por lo menos con algunas).
Sin más, ya daré comienzo al primer adiós.
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